Guatemala, Guatemala – Cada año, al caer la tarde del 7 de diciembre, Guatemala se transforma en un escenario lleno de luz y tradición con la celebración de la Quema del Diablo. Esta práctica, que se entrelaza con los valores cristianos del país, no solo busca la purificación espiritual de los ciudadanos sino también preparar un espacio digno para el nacimiento del Niño Dios.
Este evento cultural, que data de varias décadas atrás, involucra a innumerables guatemaltecos. Las calles se llenan de hogueras y piñatas en forma de Diablo, que al arder representan el triunfo del bien sobre el mal. Esta tradición, que precede a la festividad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre, ha sido reconocida por el Ministerio de Cultura y Deportes como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.
La celebración no solo se limita a la quema de piñatas. En varias regiones del país, se acompaña con música de marimba, juegos pirotécnicos y el tradicional baile de toritos. En cuanto a las ventas de piñatas, estas se han mantenido estables en comparación con el año anterior.
La preparación de las piñatas de diablitos comienza desde octubre. Los artesanos trabajan en nuevos diseños y tamaños, a menudo personalizados según los pedidos especiales de los clientes. Marco Antonio González, propietario de una piñatería, explica que después del Día del Niño, comienza la recolección de materiales y la elaboración de los diablitos. Este negocio se ha vuelto no solo más rentable sino también más consciente del medio ambiente.
Los precios de los diablitos varían, desde Q20 hasta Q1500, ofreciendo opciones para todos los gustos y presupuestos. Esta tradición, arraigada en el corazón de Guatemala, no solo refleja un aspecto cultural importante sino que también impulsa la economía local, resaltando la creatividad y el ingenio de los artesanos guatemaltecos.
