En un momento donde Guatemala atraviesa una severa crisis de violencia y descontento social, el presidente Bernardo Arévalo ha decidido emprender su primer viaje internacional, una gira por Europa que ha despertado fuertes críticas por parte de la opinión pública y diversos sectores políticos. Este viaje, que comienza el jueves 15 de febrero y se extenderá hasta el viernes 23 del mismo mes, incluye paradas en Alemania, Bélgica, Suiza, y España, y se da en un contexto donde muchos consideran que las prioridades del mandatario deberían centrarse en resolver los urgentes problemas internos del país.
La agenda del presidente incluye participaciones en conferencias, reuniones bilaterales, y encuentros con altos representantes de la Unión Europea, Naciones Unidas, y el Comité Olímpico Internacional. Aunque el gobierno destaca la importancia de estos encuentros para fortalecer las relaciones internacionales y promover a Guatemala en el extranjero, críticos argumentan que estos esfuerzos resultan insuficientes y desenfocados frente a las necesidades inmediatas de seguridad, justicia, y desarrollo económico en Guatemala.
Además, el hecho de que el presidente haya prometido anteriormente reducir su sueldo como parte de un compromiso con la austeridad y la responsabilidad fiscal, pero en su lugar emprenda un viaje internacional, ha sido señalado como un acto de incongruencia que pone en duda la priorización de los recursos del Estado. La participación de la primera dama y otros altos funcionarios en la comitiva, especialmente por invitación de la Corona Española, añade a las críticas sobre el uso del presupuesto público en momentos de crisis.
La decisión de Arévalo de viajar en estos momentos críticos para el país sugiere una desconexión con las realidades que enfrentan los guatemaltecos a diario. La violencia, la inseguridad, y la necesidad de reformas internas urgentes parecen quedar en segundo plano frente a la diplomacia internacional, lo que ha generado una percepción negativa de la administración actual.
La comunidad espera respuestas y acciones concretas que atiendan a la crisis de violencia y mejoren las condiciones de vida en el país. Este viaje, aunque pueda tener objetivos diplomáticos válidos, se percibe como un desvío de la atención y recursos que podrían emplearse en enfrentar los desafíos internos de Guatemala.
