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No todo es lo que Parece. No es el tráfico el único problema, también lo es la actitud de los ciudadanos hacia el tráfico

Saliéndonos por un momento del análisis geopolítico y geoeconómico internacional, considero de gran relevancia para la ciudadanía guatemalteca el analizar un tema que en la actualidad afecta su calidad de vida de manera profunda. Este problema es el del tráfico en la ciudad capital.

El hecho que un cúmulo numeroso de la población tenga que pasar dos, tres y hasta más horas de su día laboral en los diversos medios de transporte para salir de sus casas e ir a trabajar, y luego tenerlo que hacer a la inversa para volver a sus viviendas, es un síntoma innegable de que hay un grave problema de transporte en la ciudad.

Si para fines de realizar un cálculo, consideramos que a la gente en promedio les toma 2 horas de ida y 2 de regreso para ir a trabajar cada día, 5 días laborables a la semana, en una vida laboral promedio de 20 años, esas personas habrán pasado 2 años 5 meses en el tráfico. Eso, sin considerar que cualquier otra movilización, por trabajo, educación, salud, ocio, o cualquier otra necesidad fuera de sus hogares también se suma a esa reducción de vida, estamos ante un problema de monumental impacto sobre los guatemaltecos.

Muchos han abordado este tema desde diversos ángulos y existen muchos puntos de vista al respecto de cómo resolver el problema, incluyendo cambios a la infraestructura vial de la capital, ampliación de los servicios de transporte público e incluso iniciativas que limitarían la circulación de vehículos ciertos días a la semana, según la numeración de sus placas de circulación.

Sin embargo, el abordaje del asunto no se ha dado, o al menos no ha sucedido de manera visible ni perceptible en el pasado reciente. De hecho, las graves deficiencias en los sistemas de transporte público han aorillado a una gran parte de la población a tomar medidas con sus propios recursos y esto ha resultado en que ahora exista una flota de motocicletas enorme que hace aún más difícil y peligroso el movilizarse dentro de la ciudad capital.

Como dije al inicio, el análisis de dicha problemática no es el propósito de este artículo. El propósito es explorar el comportamiento de nosotros, los ciudadanos, quienes nos enfrentamos a ésta cada día, con una actitud casi estoica.

Llama muchísimo la atención, o al menos a mí me la llama, que siendo éste un problema que en realidad nos está quitando años de vida, ya que como dije las horas pasadas en el tráfico a la larga suman años, nadie parezca reclamar a las autoridades por no resolver el problema. Y hago la salvedad, no es que las autoridades no hagan nada, porque quizás sí lo hacen, pero desde todo punto de vista cualquier cosa que están haciendo no está funcionando.

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Esto debe ser visto por todos nosotros desde la perspectiva de que las entidades públicas, en este caso la municipalidad de Guatemala y las municipalidades de los municipios aledaños en donde su respectiva vialidad impacta sobre la de la capital, todas ellas están compuestas por empleados públicos que, por definición, son empleados de todos nosotros.

Entonces, para ubicarnos dentro de la situación, ésta se podría comparar al caso hipotético donde una persona contrata a un albañil para que éste le construya una pared. Con el paso de los días, semanas y meses en que el contratante le sigue pagando el sueldo al albañil, pero ve que no termina la pared, él va y le reclama. El albañil le responde que durante todo este tiempo le ha tocado la ardua tarea de aplanar el sitio designado para la construcción, que ha tenido que cortar la hierba en los alrededores y que además a tenido que enfrentar el hecho de trabajar bajo la lluvia. Muy probablemente el contratante va a despedir al albañil y contratar a otro que no ponga tantas excusas y que simplemente construya la pared que se le pidió.

Así pareciera que está la situación de la ciudadanía capitalina, habiendo contratado a una o varias administraciones municipales para que les permitan transitar eficientemente, entre otras muchas cosas que deben llevar a cabo las municipalidades. Sin embargo, lo que llama poderosamente la atención es que no despedimos al albañil. De hecho, no decimos nada y siguen pasando los meses y los años y el tráfico solo se pone peor. Y claro, no es para menos si consideramos que anualmente en Guatemala se importan en promedio 50,000 vehículos. Otro cálculo rápido nos sugiere que, si cada vehículo requiere de 5 metros para circular, incluyendo el espacio necesario entre unos y otros, cada año se requieren 250 km más de calles para hacerles espacio a estos vehículos. A este paso, la ciudad se va a convertir en un gran estacionamiento.

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Pero de nuevo, la pregunta obligatoria es ¿Por qué la ciudadanía guatemalteca no hace nada para exigir acciones efectivas por parte de las autoridades responsables?

Al respecto de esto, se podría comentar que, si bien no existe una teoría específica que pudiese ser aplicada al contexto del tráfico en Guatemala, sí podemos encontrar elementos de diversas teorías sociológicas que podrían ayudar a explicar este fenómeno.

Un factor de comportamiento guatemalteco que esté provocando la falta de reacción al problema podría ser el conformismo social. Éste es la tendencia de las personas a adoptar las creencias y comportamientos del grupo al que pertenecen. En el caso del tráfico, esto podría manifestarse en la aceptación de normas sociales que priorizan la paciencia y la resignación sobre la acción colectiva. Otro factor que podría estar actuando en este fenómeno podría ser el de la desconfianza generalizada en las instituciones. La desconfianza en las instituciones gubernamentales y en los líderes políticos puede minar la confianza en la efectividad de las protestas para generar cambios.

Un par de teorías sociológicas extrapolables a este fenómeno podrían ser la teoría de la ventana rota, la cual sugiere que el desorden y el deterioro en un entorno pueden fomentar la aceptación de situaciones adversas. Esta teoría se basa en la observación empírica de, por ejemplo, una comunidad en la cual alguien no reparó una ventana rota. A medida que la gente llegó a aceptar la presencia de esa ventana rota, dejaron de preocuparse por conservar las demás ventanas y al final, todas las ventanas aparecen rotas. Otra teoría que podría explicar este comportamiento de aceptación podría ser la teoría de la espiral del silencio. Esta teoría sostiene que las personas que tienen opiniones minoritarias tienden a callar por miedo al aislamiento social. El asunto es que puede ser que todos pensemos que somos parte de una minoría cuando en verdad todos lo estamos pensando.

En otros países, sin embargo, no ha habido la apatía ni la pasividad que se ha podido percibir en Guatemala. Existen numerosos ejemplos de ciudades en todo el mundo donde los ciudadanos han salido a las calles a protestar por problemas relacionados con el tráfico. Algunos casos destacados incluyen a Francia, donde los “chalecos amarillos” iniciaron sus protestas en 2018 en respuesta a un aumento en los impuestos al combustible, pero rápidamente se convirtieron en un movimiento más amplio contra la desigualdad y el costo de vida. El tráfico fue uno de los problemas que motivó a muchos manifestantes a unirse al movimiento, ya que los altos precios de los combustibles impactaban en mayor medida por el alto consumo en el tráfico.

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Otro caso fue el sucedido en Chile, donde las protestas de 2019 fueron desencadenadas por el colapso del transporte público. Asimismo, en Colombia en 2021, las protestas contra el problema del transporte público y el tráfico también incluyeron manifestaciones relacionadas con el aumento de los impuestos y las reformas al sistema de pensiones.

En estos casos, las protestas lograron resultados. Se alcanzaron cambios en las políticas públicas, al grado de que los gobiernos se vieron obligados a implementar medidas para mejorar el transporte público y reducir la congestión vehicular. Asimismo, se logró desarrollar una mayor conciencia pública ya que las protestas contribuyeron a visibilizar los problemas de tráfico y a generar un debate público sobre la necesidad de encontrar soluciones sostenibles. Es decir, se lograron mejorías perceptibles al problema.

¿Qué podemos aprender de estos ejemplos?

  • La inacción no produce ningún resultado: El soportar un problema que a todas luces va en aumento, solo conduce a una acumulación de frustración que puede desembocar en problemas mayores y más difíciles de mitigar.
  • La expresión social de insatisfacción por problemas no resueltos puede generar cambios: Las protestas pueden ser una herramienta eficaz para presionar a los gobiernos y lograr cambios en las políticas públicas.

En conclusión, lo que solo se puede explicar o entender por conceptos como tolerancia, conformismo o resignación puede ser un comportamiento equivocado por parte de nosotros los ciudadanos guatemaltecos ya que no le estamos haciendo ver a nuestros servidores públicos lo mucho que nos están haciendo sufrir por su ineficacia para cumplir el mandato que nosotros mismos les hemos dado. Debemos encontrar nuestra voz para comenzar a hacernos oír por las autoridades para que, sin excusa ni pretexto, implementen soluciones de corto, mediano y largo plazo a un problema que puede llegar a ser aún más grave de lo que ya es hoy.

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