El presidente de la República, Bernardo Arévalo, ha vuelto a ausentarse del ojo público en un momento crítico, marcado por la controversia del uso de fondos de la SAAS para un evento privado en Casa Presidencial y la reciente crisis por el seguro vehicular obligatorio. Su silencio y limitada exposición pública generan preocupación y críticas por parte de diversos sectores.
Desde que estalló el escándalo del baby shower organizado en Casa Presidencial, en el que se confirmó el uso de fondos públicos por parte de la SAAS —a pesar del intento de desmentido en un comunicado oficial—, el mandatario no ha realizado ninguna aparición pública ni ha ofrecido declaraciones a la prensa nacional.
La única referencia a su posición fue a través de una declaración del vocero presidencial Santiago Palomo, quien aseguró que el mandatario ordenó devolver los fondos utilizados para el evento, lo cual no evita las posibles responsabilidades legales de quienes autorizaron el gasto.
Esta no es la primera vez que Arévalo evade el contacto directo con los medios. Durante la crisis del seguro vehicular obligatorio, también estuvo varios días fuera del ámbito público, lo que motivó al abogado Eduardo Morán a presentar una acción de exhibición personal ante un juzgado, buscando confirmar el paradero y estado del presidente. En esa ocasión, el mandatario reapareció mediante un video pregrabado para anunciar la derogación de los acuerdos que intentaban imponer el seguro, seguido por una transmisión en TikTok con preguntas preseleccionadas.
Actualmente, se mantiene la incertidumbre sobre su paradero, mientras Guatemala atraviesa una semana cargada de tensiones políticas y sociales. La única “presencia” del mandatario parece estar limitada a las redes sociales, específicamente en los llamados “lives” de TikTok, que su equipo de comunicación promueve como un espacio para “acercarse a la ciudadanía”, aunque con evidente control del contenido y sin espacio para preguntas críticas o espontáneas.
Sectores ciudadanos y analistas han expresado su molestia por lo que consideran un estilo evasivo de gobernar, alejado de la rendición de cuentas y del deber de enfrentar los problemas nacionales con seriedad y frontalidad.