Recientes filtraciones de la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero (WPATH) han encendido alarmas sobre los potenciales peligros para la salud asociados con las terapias hormonales en personas transgénero, incluyendo un mayor riesgo de desarrollar cáncer y otras complicaciones graves. Este descubrimiento ha suscitado un intenso debate sobre la ética y la seguridad de los tratamientos de reasignación de sexo, especialmente en menores de edad.
Los correos electrónicos filtrados de WPATH, que datan de 2021 a 2024, han revelado una creciente preocupación dentro de la comunidad médica sobre los efectos secundarios a largo plazo de los tratamientos hormonales utilizados en la reasignación de sexo. Un informe de Environmental Progress destaca el uso de “potentes fármacos” que impactan significativamente la salud futura y la función reproductiva de los pacientes. La discusión se centra especialmente en los riesgos éticos de someter a jóvenes con disforia de género a procedimientos que pueden resultar en esterilización o la amputación de partes sanas del cuerpo.
Un caso alarmante involucra a una paciente de 16 años que desarrolló tumores hepáticos tras varios años de tratamiento con acetato de noretindrona y testosterona. Además, se reportó el caso de una persona trans que murió de hepatocarcinoma después de 8 a 10 años de terapia hormonal. Estos casos subrayan la necesidad urgente de revisar las prácticas actuales y considerar seriamente los riesgos a largo plazo.
La falta de una edad mínima de consentimiento informado para estos tratamientos complica aún más la situación. A pesar de los riesgos conocidos, como la infertilidad y el cáncer, las hormonas y cirugías de reasignación de sexo se ofrecen a menores de tan solo 13 y 14 años. Esta práctica ha generado cuestionamientos sobre la capacidad de los menores para comprender completamente las consecuencias de estas intervenciones médicas.
La filtración de información desde WPATH ha arrojado luz sobre un tema profundamente controvertido y preocupante. Mientras la comunidad médica y los defensores de los derechos transgénero ponderan los beneficios de la terapia hormonal y los procedimientos de reasignación de sexo, es imperativo que se tomen en cuenta los riesgos potenciales para la salud. La decisión de proceder con tales tratamientos, especialmente en menores de edad, debe ser considerada con gran cuidado, asegurando que todos los pacientes tengan acceso a información completa y puedan dar un consentimiento verdaderamente informado. La seguridad y el bienestar de los pacientes deben ser siempre la máxima prioridad.
