WASHINGTON, D.C. – En una revelación que sacude los cimientos de la diplomacia estadounidense, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha acusado a Victor Manuel Rocha, quien se desempeñó como embajador de Estados Unidos en Bolivia, de ser un agente encubierto del régimen cubano durante más de cuatro décadas. Esta acusación plantea serias preocupaciones sobre la seguridad nacional y la integridad de la política exterior de Estados Unidos.
Según los documentos judiciales presentados, Rocha es acusado de cometer “múltiples delitos federales” en su papel clandestino como operativo cubano. El Fiscal General Merrick B. Garland subrayó la gravedad de estas acusaciones, indicando que este caso representa una de las infiltraciones más significativas y prolongadas en el gobierno de Estados Unidos por un agente extranjero.
Rocha, un ciudadano estadounidense de origen colombiano de 73 años, supuestamente comenzó su carrera como agente encubierto en 1981, durante su tiempo en el Departamento de Estado, que se extendió hasta 2002. En este periodo, Rocha habría tenido acceso a información clasificada y no pública crucial para la política exterior de Estados Unidos. Además, se desempeñó como asesor en el Comando Sur de Estados Unidos desde 2006, un puesto estratégico dada la inclusión de Cuba en la zona de responsabilidad del comando.
Los fiscales acusan a Rocha de proveer información falsa y engañosa a Estados Unidos para ocultar su misión secreta y de viajar al extranjero para reunirse con agentes de inteligencia cubanos. También se le acusa de realizar declaraciones falsas para obtener documentos de viaje. Durante su carrera diplomática, Rocha ocupó altos cargos en las embajadas estadounidenses en México, Argentina, y República Dominicana, y sirvió como embajador en La Paz, Bolivia, de 1999 a 2002.
El caso tomó un giro dramático cuando, entre 2022 y 2023, Rocha se reunió con un agente encubierto del FBI, haciéndose pasar por un representante de la inteligencia cubana. En estas reuniones, Rocha habría admitido su larga trayectoria de trabajo para Cuba, refiriéndose a Estados Unidos como “el enemigo” y a Fidel Castro como “el Comandante”. Según los fiscales, Rocha se describió a sí mismo y a Cuba como “nosotros”, revelando una lealtad profunda al régimen cubano.
Los cargos contra Rocha incluyen conspiración para actuar como agente de un gobierno extranjero, actuar como tal sin el consentimiento previo del gobierno de Estados Unidos, y obtener un pasaporte estadounidense mediante declaraciones falsas. Rocha está programado para comparecer ante un juez federal en Miami. Hasta el momento, se desconoce si Rocha cuenta con representación legal.
Este caso destaca la amenaza constante de la injerencia extranjera en los asuntos internos de Estados Unidos, un recordatorio perturbador de que la vigilancia y la seguridad son cruciales en la arena internacional. Con el desarrollo de este escándalo, la atención se centra en las implicaciones para las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, así como en las medidas que tomará Washington para prevenir futuras infiltraciones de esta naturaleza.
