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POLÍTICA, JUVENTUD Y EXPERIENCIA

Guatemala, un país mayoritariamente joven, está comenzando a despertar una nueva generación en la vida política: la juventud. En un país donde la apatía política y la desconfianza en las instituciones son desafíos persistentes, la participación activa de los jóvenes comienza a emerger para muchos como una luz o una esperanza, para otros como una preocupación, ya que la política no es un tema de moda o activismo simplemente, sino más bien compromiso y responsabilidad con un país entero.

Los jóvenes en Guatemala han visto el tema político muchas veces con apatía o desinterés, una visión un tanto correcta debido a la falta de credibilidad en las instituciones o porque en los partidos políticos no se les ha tomado en cuenta con la seriedad del caso, ya que muchas veces los vemos únicamente para hacer bandereos, repartir volantes, entre otras cosas, por supuesto con excepciones de algunos partidos, pero ese tema lo dejaré para otra columna. Sin embargo, también es una visión peligrosamente equivocada el hecho de ver con desinterés el futuro de nuestro país. Hoy, más que nunca, habemos buenos ciudadanos jóvenes guatemaltecos que estamos demostrando compromiso y amor por nuestro país, así como la capacidad de enfrentarnos y decir las cosas con claridad, como sucede hoy con el gobierno de turno, del que muchos de sus votantes están decepcionados. Debo decir que, en su mayoría, el electorado fue joven, los mismos que hoy se arrepienten de haberse dejado “endulzar el oído” con narrativas anticorrupción.

¿Qué impulsa este despertar político joven? En gran medida, son las demandas de un país con oportunidades las que alimentan esta llama generacional. La generación joven de Guatemala está cansada del show, de las narrativas anticorrupción que resultan ser una gran farsa, de la falta de oportunidades y de políticos que parecen más preocupados por sus propios intereses que por el bienestar de la nación.

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No obstante, en muchas ocasiones el camino está lleno de obstáculos. La falta de acceso a la educación cívica y a la formación política, así como la exclusión de los jóvenes de los espacios de toma de decisiones. Pero también no solo se trata de involucrarse, sino de estar preparado para el cargo al que se pretende llegar, ya que vemos hoy en día jóvenes en diferentes cargos que no tienen la más mínima idea de lo que es administración pública, pero sí son expertos en Tik Tok, dejando mucho que desear, pero no solo eso sino que por esa irresponsabilidad el país paga la factura. Es por eso que debe ser una participación responsable con jóvenes capaces, pero más importante que eso jóvenes con principios, valores, defensores de la vida y de la familia, defensores de los niños y de nuestras futuras generaciones, sin agendas internacionales sino agenda de desarrollo para nuestra nación, capaces, con liderazgo y especialmente temerosos de Dios. La política ya no puede ser vista como un juego de quién es el mejor Tiktoker o el que da más show o el que regala más verduras.

El futuro de Guatemala depende en gran medida de la capacidad de la juventud para convertirse en agentes de cambio. Si queremos construir un mejor país, próspero y democrático, debemos participar activamente, pero especialmente ser analíticos y no dejarnos llevar por el primer populista que llegue con promesas vacías, pan y circo.

El reloj está en marcha, y los jóvenes estamos listos para liderar el camino hacia un mejor país.

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