No es necesario tener la propiedad de los recursos naturales para poder llegar a ser un Estado que genere riqueza interna y consolide un gran poder geopolítico. Lo que verdaderamente importa es controlar las cadenas de suministro y muy especialmente su etapa inicial: la extracción y recolección de los recursos naturales. Sobre esta aseveración, los bloques regionales occidentales han construido su desarrollo industrial y económico, desde el fin de la II Guerra Mundial, a través de la estrategia plasmada en los Acuerdos de Bretton Woods, que dan vida a entidades con gran poder de injerencia en la soberanía de terceros Estados como son: el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
Esta realidad afecta, especialmente, a los países que sufren la maldición de los recursos naturales que son aquellos países ricos en recursos naturales como la casi totalidad de los que integran los continentes africano y latinoamericano. A través de instrumentos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y, por supuesto, la cooperación internacional al desarrollo, los países desarrollados han logrado penetrar en la soberanía de los países ricos en recursos naturales, con el fin de alinear sus agendas país a sus propios intereses. Este hecho explica que un gran volumen de los recursos naturales africanos esté explotado por grandes conglomerados empresariales norteamericanos, europeos y, con la entrada del nuevo mileno, también chinos a través de la estrategia diplomática de “la trampa de la deuda”.
La Cultura Woke y la Agenda 2030 persiguen la expropiación y la venta de los activos naturales de los países, a través de la cooperación internacional (del bloque regional occidental liderado por Estados Unidos) con la ejecución de sus programas al desarrollo, su apoyo financiero y sus préstamos ejecutados a través de los organismos de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. No es de extrañar que una de las primeras fotografías que se publicaron de la nueva Presidenta de México fuera con el CEO de Black Rock, al más puro estilo Milei. Tendremos que estar muy atentos a lo que pasa en México y Argentina, ésta última ya rendida completamente a la agenda internacional norteamericana. Estados Unidos, igual que China, tienen claro que lo que les interesa de América Latina son sus recursos naturales.
En este nuevo orden mundial, donde estamos asistiendo a un cambio de paradigma que transita de un mundo unipolar a un mundo multipolar y de una cuarta revolución industrial 4.0 (del internet y las energías renovables) a una quinta revolución industrial 5.0 (de convergencia de los espacios inteligentes y la computación cognitiva -IA-), la estrategia de Bretton Woods es insuficiente para controlar las nuevas etapas de valor en las cadenas de suministro tradicionales, como los son, por ejemplo, los microchips más avanzados (nanotecnología) o el eficiente manejo de éstas, a través del big data.
El Escudo de Silíceo de Taiwán, país que suministra los chips tecnológicamente más avanzados a Estados Unidos, se erige en una pieza clave que permite a Estados Unidos tener el ejército más poderoso del mundo y, es a la vez, la mejor garantía que Taiwán tiene para asegurarse la protección militar de USA, en caso de una hipotética invasión de la isla por parte de la República Popular China.
Para controlar este nuevo escenario geopolítico multipolar donde se han agregado nuevas etapas de valor a las cadenas tradicionales de suministro y donde se están creando nuevos bloques regionales como el que está integrando los BRICKS, aparecen nuevos instrumentos internacionales liderados por Norteamérica como AUKUS (2021). Efectivamente, AUKUS es un nuevo instrumento de injerencia anglosajona para controlar las cadenas de suministro, el comercio internacional y la seguridad de las aguas del Indo-Pacífico, aunque formalmente se define únicamente como una alianza militar o de seguridad trilateral entre Australia, United Kingdom y USA, como las siglas de su propio nombre indican.
AUKUS es prácticamente una nueva OTAN, pero que la va a ir desplazando, porque los intereses geopolíticos de Estados Unidos han ido cambiando, terminando por desplazar el Eje París-Berlín (surgido tras la II Guerra Mundial) por el eje Londres-Varsovia (surgido tras la invasión rusa de Ucrania). Esto explica, por ejemplo, que Australia como parte de AUKUS esté siendo forzada por Estados Unidos a cortar lazos con China. ¿Y por qué? Pues porque China es el primer exportador mundial de acero y para fabricar ese acero necesita el hierro y el carbón que compra a Australia. Además, Australia es uno de los países aliados tradicionales de Estados Unidos que está más cercano a las aguas del Mar de China Meridional, que Estados Unidos tiene que controlar para tener el control del comercio internacional y por tanto de las cadenas de suministro que afectan especialmente a China.
No sería extraño ver que Japón se sume a AUKUS en un futuro no muy lejano. Esto explica las palabras que Donald que Donald Trump pronunció en un meeting de campaña el pasado mes de febrero: “alentaré a Rusia a hacer lo que quiera con los países morosos” (los que no han pagado sus cuotas de la OTAN). La lectura va más allá del sentido literal de sus palabras, el mensaje es claro: Europa ya no es clave para los intereses geopolíticos de Estados Unidos, ahora la hegemonía mundial se dirime en Asia-Pacífico y con los países socios que integran AUKUS.