Las lluvias recurrentes sumergen a la capital guatemalteca en una pesadilla sin fin. Las
calles se inundan, el caos se apodera de la ciudad y los problemas de infraestructura se
exponen con una crudeza que debería avergonzar a las autoridades encargadas de velar
por el bienestar de todos. Lamentablemente, este año no es diferente, y la negligencia
y el mal manejo de la Municipalidad de Guatemala quedan en evidencia.
Basta observar el colapso de las calles en la Zona 16, un reflejo palpable de la pésima
gestión del alcalde, Ricardo Quiñónez. En lugar de tomar medidas urgentes y efectivas
para prevenir estos desastres, el burgomaestre parece más preocupado por sus propios
intereses y los de sus allegados, ignorando por completo las necesidades de los
capitalinos.
Es indignante constatar que, mientras la Empresa Municipal de Agua (EMPAGUA)
cuenta con un presupuesto anual de más de 730 millones de quetzales, solo el 3% de
ese monto se destina a la limpieza y mantenimiento de los aproximadamente 65,000
drenajes y colectores de la ciudad, sin lograr abarcar la totalidad del sistema debido a
la falta de recursos y, sobre todo, de voluntad política. Esta situación es un insulto a los
ciudadanos y refleja una escandalosa falta de prioridades por parte de las autoridades.
Pero el problema no se limita a los drenajes. Existe una evidente falta de interés por
parte del alcalde y sus funcionarios en invertir en soluciones a largo plazo. Año tras
año, las lluvias ponen de manifiesto la fragilidad de la infraestructura de la ciudad, y
las consecuencias para los habitantes son cada vez más devastadoras: inundaciones,
daños a propiedades, afectaciones a la movilidad y, lo peor, el riesgo constante para la
seguridad y la salud.
Sumado a esto, la aprobación irresponsable de decenas de licencias de construcción
que conectan a la misma red de drenajes colapsada es una bomba de tiempo que
inevitablemente explotará, dejando a la ciudad al borde del colapso. Es como si las
autoridades municipales estuvieran jugando con la seguridad y el bienestar de los
ciudadanos, priorizando los intereses de unos pocos sobre el bien común.
Pero la negligencia de la Municipalidad de Guatemala no se limita a los problemas de
drenaje. Existe también una evidente falta de atención a las dos grandes redes de
colectores que atraviesan la ciudad, las cuales generan una gran contaminación que
afecta a todo el país. Sin embargo, ni el alcalde ni sus funcionarios parecen estar
dispuestos a asumir la responsabilidad y tomar las medidas necesarias para solucionar
este grave problema ambiental.
Es hora de que la población capitalina abra los ojos y se dé cuenta de que esta
administración carece por completo de la voluntad y la visión necesarias para resolver
los problemas que aquejan a la ciudad. La inacción y la falta de prioridad en temas
cruciales como el manejo del agua, el drenaje y la contaminación no pueden seguir
siendo toleradas. Los guatemaltecos merecen más que una alcaldía que antepone sus
propios intereses a los de la comunidad.
Necesitamos líderes comprometidos, que entiendan la urgencia de invertir en
infraestructura sólida y en soluciones duraderas, y que pongan el bienestar de los
ciudadanos por encima de todo. Solo así podremos transformar la ciudad de
Guatemala en un lugar seguro, resiliente y próspero para todos sus habitantes. De lo
contrario, la tragedia de las inundaciones se repetirá una y otra vez, dejando a su paso
un rastro de devastación que los funcionarios corruptos y negligentes deberán
responder ante la historia y la justicia.