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No todo es lo que Parece: “La manipulación de masas como medio para modificar la voluntad en la era digital “

La era digital, caracterizada por la proliferación de las redes sociales y la recolección masiva de datos, ha transformado radicalmente la forma en que nos informamos y comunicamos. Sin embargo, esta revolución digital también ha traído consigo una amenaza cada vez más preocupante: la manipulación masiva de la opinión pública. Cada vez con mayor frecuencia, asistimos a campañas de desinformación y propaganda diseñadas para modelar nuestras creencias y comportamientos, socavando así nuestra autonomía y capacidad de juicio crítico. Esta situación nos obliga a preguntarnos: ¿Hasta qué punto somos vulnerables a la manipulación psicológica en la era digital? ¿Qué herramientas están utilizando los actores políticos y corporativos para influir en nuestras decisiones? Y, lo más importante, ¿cómo podemos protegernos de estas influencias?

Este nuevo método de manipulación personal, basado en datos altamente detallados, extrae valor de los individuos en contra de su voluntad y lo utiliza para robarles su autonomía.

Observemos, por ejemplo, el caótico panorama de las encuestas de intención de voto en las recientes elecciones estadounidenses. Mientras algunos medios, alineados con una determinada tendencia política, presentan a Donald Trump como el claro favorito, otros, con una orientación ideológica opuesta, favorecen a Kamala Harris. Esta disparidad en los resultados, más que reflejar una realidad objetiva, evidencia la capacidad de los actores políticos y los medios de comunicación para manipular la información y moldear la percepción pública.

Este fenómeno, lejos de ser una excepción, se ha convertido en una práctica común en el escenario político global. Gobiernos, corporaciones y grupos de interés utilizan sofisticadas herramientas de análisis de datos y algoritmos de persuasión para influir en las creencias, actitudes y comportamientos de millones de personas.

La manipulación masiva se ha vuelto posible gracias al surgimiento del “capitalismo de vigilancia”. Las grandes empresas tecnológicas recolectan una enorme cantidad de datos personales sobre nuestros hábitos de consumo, nuestras relaciones sociales y nuestras opiniones políticas. Esta información es utilizada para crear perfiles psicográficos detallados de cada individuo, lo que permite diseñar mensajes altamente personalizados y persuasivos que apelen a nuestras emociones y prejuicios más profundos, evitando así cualquier tipo de análisis racional.

Paralelamente, asistimos a una intensificación de la “guerra de la información”. Los actores geopolíticos utilizan las redes sociales y otros canales digitales para difundir desinformación, noticias falsas y propaganda, con el objetivo de desestabilizar a sus adversarios y manipular a sus propias poblaciones. Un ejemplo concreto de este hecho es como la guerra entre Ucrania y Rusia la “va ganando” el bando al que apoya tal o cual medio de comunicación. Pareciera que ambos bandos observan conflictos diferentes, cuando es uno único el que sucede.

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¿Cómo se logra manipular a la opinión pública a gran escala? Los mecanismos utilizados son variados y sofisticados. Quizás el mecanismo más utilizado en esta era digital es el de analizar los algoritmos de persuasión. Estos algoritmos utilizan técnicas de psicología social para identificar las vulnerabilidades de cada individuo y presentarles contenido que refuerce sus creencias preexistentes.

Asimismo,las redes sociales crean “cámaras de eco” donde las personas solo se exponen a información que confirma sus propias opiniones, lo que dificulta el diálogo y el pensamiento crítico. Estas cámaras son realmente grupos sociales afines que solo se comunican entre sí, potenciando las ideas preexistentes o aquellas que les pudieron haber sido sembradas por fuentes externas.

Otro mecanismo muy utilizado es la difusión intencionada de información falsa, engañosa o perversa, lo que resulta ser una herramienta eficaz para confundir a la opinión pública y socavar la confianza en las personas e instituciones. Y dentro de esta estrategia de manipulación engañosa, resalta el ataque a la reputación de los enemigos. Este mecanismo específico utiliza la difamación y el acoso en línea para silenciar a los disidentes y desacreditar a los opositores.

La manipulación masiva tiene consecuencias graves para la sociedad. Quizás la más notoria de todas sea la polarización. La manipulación contribuye a la polarización de la sociedad, dificultando el diálogo y la búsqueda de soluciones comunes. Este fenómeno es muy visible en la sociedad guatemalteca, donde recientemente se ha podido percibir un incremento significativo de polarización entre los distintos estratos sociales, raciales y económicos. El sentimiento de “Comunidad” se ve destruido y se cambia por sentimientos de resentimiento, rencor y hasta odio, lo que no deja de recordar el fenómeno sucedido en Ruanda, África.

Este notorio caso se dio cuando a los colonizadores belgas se les ocurrió establecer un sistema de clasificación social sin ningún fundamento racial, con propósitos laborales. Es decir, le podían asignar clasificaciones distintas a dos hermanos, llamándolo uno Tutsi y el otro Hutu, para así definir a los trabajadores rurales o urbanos. Dicha clasificación se mantuvo por décadas, dividiendo a familias enteras entre los dos grupos. Finalmente, los infundados sentimientos de odio creados entre las dos facciones los llevó a un enfrentamiento que produjo centenares de miles de muertos en ambos “bandos”.

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Cuando se utiliza la manipulación masiva como táctica para provocar modificaciones conductuales, también se pueden crear sentimientos de desconfianza en contra de las instituciones. La difusión de noticias falsas y la manipulación política socavan la confianza en las instituciones democráticas, pudiendo lograr su debilitamiento e incluso su rompimiento. Y claro, la pérdida de credibilidad en las instituciones llamadas por la Constitución a participar en la gobernanza de un país erosiona la gobernabilidad de este.

Este socavamiento de la realidad ha provocado incluso que se haya comenzado a utilizar el concepto de la “Posverdad” como sinónimo de los tiempos. La erosión de la verdad ha llevado incluso a algunas personas a creer en su relatividad, pensando que la misma depende del punto de vista del observador y no del hecho que se observa. La proliferación de “hechos alternativos” debilita el tejido social, que se basa en principios y valores que se han establecido a través de las décadas.

Sin embargo, muchos autores establecen que la persuasión es necesariamente un proceso voluntario. En otras palabras, el objetivo de la investigación de mercados es identificar las ideas del público objetivo para que la publicidad u otra propaganda pueda enfocarse en ellas. Se concluye que la investigación de mercado sería inútil a menos que los anunciantes estuvieran interesados en atender a los deseos que existen independientemente de sus propias manipulaciones psicológicas.

Esto sugiere que sigue siendo el actor individual quien clasifica los posibles cursos de acción y actúa sobre esas clasificaciones. Si la influencia de un propagandista distorsiona las percepciones de la realidad de su objetivo y descarrila la búsqueda de la felicidad del objetivo en el propio interés del propagandista, no es porque el objetivo haya sido misteriosamente despojado de su autonomía. En consecuencia, cada acción sigue estando guiada por una mente individual, no por la influencia externa o colectiva. Es decir, si el objetivo acepta una “verdad alternativa” es porque está dispuesto a ser manipulado o engañado o porque no logra identificar la diferencia entre la realidad y la manipulación.

Dada la supuesta voluntariedad de la persuasión, debemos reformular las preguntas clave de la “manipulación masiva” como: ¿por qué tantas personas se han vuelto tan crédulas e indiferentes a su propia privacidad en la era de las redes sociales? ¿Por qué, en el nuevo mundo de las redes sociales donde la privacidad se ve comprometida, se ha vuelto tan fácil influir en las personas para que acepten nuevas creencias y valores que son contrarios a su propio interés racional?

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Las respuestas a estas preguntas parecen sugerir que las nuevas tecnologías de Big Data quizás están facilitando la detección y explotación de prejuicios irracionales preexistentes y recompensando la irracionalidad voluntaria. La propaganda solo puede funcionar cuando los objetivos eligen no razonar sobre ella o no filtrarla usando principios más fundamentales que están arraigados en la razón.

Para hacer frente a esta amenaza, es necesario adoptar un enfoque multifacético, que incluye la necesidad de desarrollar un pensamiento crítico. Esto implica la necesidad de verificar la información que se comparte, contrastándola con otras fuentes confiables.

También toma gran importancia ser conscientes de nuestros sesgos, reconocer que cada uno de nosotros tenemos sesgos cognitivos, lo que nos debería ayudar a ser más críticos con la información que recibimos.

Debemos aprender a cultivar el escepticismo saludable, tratando de no creer todo lo que leemos o vemos en las redes sociales y aprender a interactuar con personas que tienen opiniones diferentes a las nuestras, lo que nos ayudará a ampliar nuestra perspectiva y a evitar caer en las comunidades creadas como cámaras de eco.

Otros puntos críticos de control y mitigación contra la manipulación masiva son las escuelas y universidades, las cuales, en lugar de prestarse a participar en la difusión de mensajes manipuladores, deben enseñar a los estudiantes a evaluar la información de manera crítica y a distinguir entre hechos y opiniones. Es fundamental que la población adquiera las habilidades necesarias para navegar por el mundo digital de manera segura y crítica y una forma efectiva de lograrlo es a través de la educación responsable.

Asimismo, es necesario apoyar a los medios de comunicación independientes que se comprometen con la verdad y la verificación de los hechos y que no se prestan a ser utilizados como mecanismos de difusión de verdades relativas ni de mensajes cuyo objetivo es la manipulación masiva.

La manipulación masiva es una amenaza real y creciente para nuestras sociedades democráticas. Sin embargo, no estamos indefensos. Al educar a la población y promover el pensamiento crítico, podemos construir una sociedad más resistente a la manipulación y más capaz de tomar decisiones informadas. No seamos simples ovejas que nos dejamos llevar por la voz de extraños, sino desarrollemos nuestro pensamiento crítico.

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