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El faro para la sociedad latinoamericana

Me siento orgulloso de haber sido invitado a participar en esta columna de opinión que se hospeda en el seno intelectual de TVGT Noticias. Es un honor, realmente. Y la misión que me he propuesto es generar ideas en pro de la libertad.

Ayn Rand dejó un legado que resuena en los pasillos del pensamiento político y filosófico. Sus obras, son más que simples novelas. Son manifiestos que defienden a capa y espada el derecho natural y la libertad individual. Según esa forma atinada de ver la vida, los derechos no los otorga ni los quita el Gobierno, sino que son inherentes a nuestra propia naturaleza humana.

Rand veía en el derecho natural la piedra angular de una sociedad justa. Una idea sencilla, casi obvia, pero que en nuestro continente latinoamericano parecen ser objeto de debate constante. Aquí, donde la historia se escribe con crisis institucionales, las ideas de Rand podrían ser el bálsamo que tanto necesitamos.

La política de Rand se construye sobre la premisa de que el Gobierno debe ser un guardián de los derechos individuales, no su usurpador. La autoridad debe ser limitada, su intervención mínima. Esto, en una región donde el intervencionismo es la norma, suena a revolución. En la América Latina de hoy, sus ideas son una invitación a replantearnos el papel del Estado.

Para Rand, la ley no es una herramienta de poder, sino un escudo para proteger al individuo. La ley debe ser clara, justa y aplicable de manera sencilla. La debida ejecución de las políticas públicas, bajo esta filosofía, se convierte en un acto de justicia y no de control. En nuestras tierras, donde la ley a menudo se interpreta y aplica según conveniencias políticas, esta visión de Rand es un recordatorio urgente de lo que debiera ser nuestro norte.

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La relación intrínseca entre Ayn Rand y el derecho natural ofrece un modelo claro para guiar a la sociedad hacia un futuro de libertad y justicia. En una región donde los derechos individuales son frecuentemente pisoteados por sinsentidos políticos, y la ley aplicada de manera arbitraria, la filosofía de Rand es una luz en la obscuridad. Promover el derecho natural y asegurar la justa posesión de los bienes civiles, en palabras de John Locke, podría crear un entorno donde cada individuo pueda vivir con dignidad y seguridad.

La visión de Ayn Rand sobre el derecho natural no es una mera teoría, es un plan de acción para la política y la administración pública. América Latina, con sus retos y oportunidades, puede encontrar en estas ideas una brújula para un cambio profundo. Adoptar estos principios podría significar el inicio de una era de justicia, libertad y respeto por la ley, tan necesaria y esperada en nuestras tierras.

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