Entre las frases más recordadas de Hans Christian Andersen
tenemos la de “Viajar es Vivir”. Y su papá también lo dijo.
El 4 de febrero de 1976 ocurre una desgracia de la madre naturaleza en Guatemala, y fallecen más de 23 mil guatemaltecos, miles de heridos, y más de 1.2 millones sin hogar. En ese momento el presidente de Guatemala era el General Kjell Eugenio Laugerud García. Cuenta la historia del nacimiento de un lema: «Guatemala está herida, pero no de muerte», que fue proferida por el presidente, y acto seguido se puso las botas e hizo una labor sobresaliente dirigiendo el rescate y la reconstrucción. Actitud de un dirigente nacional que pasados los años se le recuerda por esa actitud de haber salido desde el primer momento de haberse producido ese terremoto, para conocer la catástrofe que enfrentaba el país. ¡Él no se fue de viaje! ¡Ni se quedó hundido en sillón presidencial, y menos salió a almorzar con políticos a discutir las posibles soluciones!
Igual o parecidas reacciones han tenido otros presidentes en todo el mundo, y por diversas causas las desgracias han sido naturales, otras de índole social, políticas, e incluso de salud, etc., casi siempre en esas circunstancias afloran los liderazgos o se ensombrecen las personalidades de los dirigentes de un país o los diferentes colectivos sociales del mismo, tal como lo han sido en el devenir histórico. Incluso casos tan paradójicos como el del Capitán italiano de apellido Schettino, que al ver y sentir el caos que se generaba entre los pasajeros con el hundimiento de su barco el Costa Concordia, simplemente se asustó y fue el primero en ponerse a salvo. Esa reacción es de muchos de nosotros que, ante diversas situaciones de la vida real, debido a problemas económicos, legales, políticos, de salud, familiares, optamos por ver hacia otro lado, cerramos los ojos, enfrentamos la responsabilidad, o evadimos nuestra carga con viajar a otros lados donde nos aplauden y no nos critican. ¿Cuál es la suya presidente?
De todos nosotros los guatemaltecos, es bien sabido que los viajes del presidente Arévalo han sido constantes durante sus primeros meses de gobierno. Viajes para solucionar problemas y más de alguno de ellos así lo habrá hecho, aunque el resto de estos bien pudieron haberse arreglado con una llamada telefónica del ministro de la cartera que corresponda, sin necesidad de estar subiendo y bajando de los aviones. Ahora bien, que los viajes es parte de los protocolos de los presidentes lo entendemos, aunque los reproches que le hacemos la mayor parte de los guatemaltecos no son de que se gaste la plata, sino que da la impresión o percepción de que no le preocupa mucho su país, y que espera que los ayudantes que se quedan a cargo, los hayan arreglado a su regreso.
Tan real es la percepción de abandono que flota en el aire de Guatemala, que se menciona en corrillos del Palacio Nacional que se está desplomando día con día la aprobación del gobierno en un 32%, y a su vez crece la desaprobación o el rechazo de su gobierno en un 42%. Es decir que las pequeñas crisis fueron haciendo grandes crisis, y sumados los viajes del trotamundos presidente y su gabinete, siguen aumentando la “percepción” de muchísimos guatemaltecos de ese sentimiento de ausencia, frustración o vacío ante la problemática que no tiene solución pronta.
Presidente Arévalo, póngale “coco” al asunto dicen en mi pueblo Suchitepéquez, allá donde usted prometió construir un Hospital Nacional, y dese cuenta de que en 10 meses de su gobierno hay señales de que su gobierno viene en caída libre y sin paracaídas. ¿Cómo lograr detener esa caída? ¡Usted sabrá!
Posdata: No borres con el codo lo que escribís con la mano, me decía mi querida maestra Seño Bety del Colegio el Rosario de Mazate. ¡Por eso presidente le digo, trabajo de presidente quería pues trabajo de presidente tiene! ¡Dedíquese al chance entonces! PIÉNSELO