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El nuevo triunvirato de la UE y la agenda globalista oculta en las recientes elecciones legislativas francesas

Las pasadas elecciones al Parlamento Europeo pusieron de manifiesto un giro de sus votantes hacia la derecha. El Partido Popular Europeo (PPE) se alzó con la mayoría de los votos, por delante de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. Asimismo, el auge y los buenos resultados electorales de los partidos de extrema derecha, en algunos países como Francia, ponen en peligro la ejecución de la agenda globalista de la Unión Europea, cuya rectoría está en manos de Úrsula Von Der Leyen.

El Parlamento Europeo está integrado por grupos que se conforman con la participación de distintos partidos políticos. Tanto el grupo integrado por socialistas como la derecha aglutinada en el grupo del PPE son, claramente, fuerzas políticas que defienden la agenda globalista, impulsada por las grandes multinacionales occidentales, cuya implementación está demandando una cesión de competencias de los países europeos a las instituciones europeas, nunca antes vista. Estos países están siendo obligados, cada vez más, a ceder más soberanía a Europa, lo que los coloca en situaciones muy complejas, ya que en ocasiones tienen que tomar decisiones internas e implementar leyes nacionales impuestas por Europa que van en contra incluso de sus propios intereses.

El aumento de eurodiputados del grupo del PPE, en las últimas elecciones europeas, no va a suponer un cambio de la agenda globalista, esto debido a que no son euroescépticos ni nacionalistas, sino diputados claramente europeístas, al igual que los socialdemócratas. Hemos visto como recientemente y de forma apresurada se ha elegido al triunvirato de la UE, integrado por: Von Der Leyen quien se ha reelegido como Presidenta de la Comisión Europea, Antonio Costa como Presidente del Consejo Europeo y Kaja Kallas quien substituirá a Josep Borrell como alta representante para Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad de la Unión Europea. Los tres con un fuerte perfil político y muy poco diplomático, auguran un aumento de la belicosidad en las relaciones bilaterales con Rusia, un recrudecimiento de la guerra de Rusia en Ucrania y una continuidad de la agenda globalista.

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Esta Agenda que impulsa la actual Unión Europea y que responde a los intereses de los grandes fondos de inversión internacionales, en manos de gigantes multinacionales, especialmente estadounidenses, busca la desaparición de la clase media, para conseguir la concentración de riqueza y poder. Esto se desprende claramente de algunas acciones que se quieren implementar como la reforma de los tratados constitutivos de la Unión Europea, que ya ha sido aprobada o la transición del euro en moneda a un euro digital que responde claramente a un interés de controlar, ya no solo el ingreso de los ciudadanos que ya controlan, sino el gasto ciudadano que aun no controlan. Asimismo, qué sentido tendría la que la Presidenta de la Comisión Europea, que no es un órgano político, se reúna con presidentes de gobierno de fuera de la Unión Europa como el Presidente Joe Biden, sino fuera por la existencia de esta agenda globalista.

Estos grandes fondos de inversión buscan sustituir a los gobiernos nacionales y supranacionales, para crear cadenas de suministro transnacionales sin resistencia por parte de los Estados. Para ello, es imprescindible implementar una agenda de reingeniería social, que no impulsará el desarrollo de los ciudadanos sino su mantención pasiva, a través de políticas públicas de redistribución de la renta que hará “presos” a los ciudadanos, quienes no podrán acceder a puestos de trabajo convencionales, ahora ya ejecutados por la inteligencia artificial y quienes necesitarán ser mantenidos y por supuesto, permanecerán sumisos.

Europa se ha convertido en un laboratorio de Estados Unidos. La única salida que le queda a la clase media para evitar su desaparición es lograr poner a gobiernos euroescépticos o gobiernos nacionalistas que se nieguen a ceder más soberanía, como el Gobierno de Víctor Orban de Hungría. De aquí la importancia de Giorgia Meloni como Presidenta de Italia o la de Marine Le Pen, si llega a convertirse en Presidenta de Francia. Todos ellos con derecho de veto en el Consejo Europeo, donde se toman las grandes decisiones, por unanimidad, que regirán el rumbo de la Unión Europea y, por supuesto, de sus ciudadanos.

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El hecho que Macron hay convocado elecciones anticipadas al Legislativo de Francia responde a una estrategia muy bien urdida. Quiere debilitar la futura candidatura de Le Pen a las presidenciales de Francia, a las que él ya no se podrá presentar, esgrimiendo una falta de resultados al terminar su mandato, si finalmente Le Pen gana la segunda vuelta de estas elecciones y logra meter un buen número de diputados e incluso al primer ministro de Francia. El objetivo de Macron es claro: evitar que Le Pen sea Presidenta de Francia y se una a Meloni o a un Orbán, junto a otros dos posibles gobiernos de extrema derecha de países Europeos que integran el Consejo Europeo, para evitar la liquidación de la agenda globalista impulsada por él, quien es un fiel empleado de la familia Rothschild.

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