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No todo es lo que Parece:

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La Geoeconomía del Dólar

Seguramente muchos de ustedes se habrán preguntado cómo Estados Unidos de América llegó a posicionar su moneda en el mundo de tal forma que es la divisa más apetecida en la gran mayoría de países. Otros se habrán preguntado también qué pasaría si perdieran esa hegemonía, qué tan grave sería. Pues sí, muy grave.

Más allá de haber tenido un poderoso sistema de mercadeo para convencer a una enorme porción de la población mundial, a las grandes corporaciones y a gobiernos de todos los países de las bondades y ventajas que conlleva el uso de la divisa norteamericana, el gobierno de los EUA diseñó, ejecutó y mantuvo la gestión activa de una estrategia diseñada para tal propósito, la cual ha operado por décadas.

En el presente artículo vamos a poder observar con claridad los pasos que este actor geopolítico dio para alcanzar el objetivo de volver su moneda la divisa más utilizada en el mundo. También vamos a ver como este posicionamiento es utilizado el día de hoy y cuáles son los peligros para la economía norteamericana de que otros países que actualmente compiten por la hegemonía mundial, logren quitarle ese liderazgo hegemónico a su moneda.

Corría el fin de la Segunda Guerra Mundial, ya Alemania estaba siendo derrotada en el Teatro Europeo de la guerra, y Japón estaba a escaso un año de recibir los únicos ataques con armas nucleares en la historia global. Ya en este año, 1944, EUA mantenía toda su infraestructura productiva intacta y era dueño de lo que se estima era alrededor del 70% del total de las reservas de oro del planeta. Es decir, sin ninguna duda, dicho país era el más rico y poderoso del planeta, por un margen significativo.

Fue bajo esas condiciones de fuerza bajo las que EUA convocó a otros 43 países, a una reunión en su país para establecer las condiciones en las que operaría el mundo luego de terminar la guerra. Esta reunión se llevó a cabo en el poblado de Bretton Woods, en el mes de julio de ese año.

De ese conclave surgieron los convenios que fueron llamados “Los Acuerdos de Bretton Woods”. Estos acuerdos incluyeron el establecimiento de las bases de un nuevo sistema monetario internacional. El dólar se convirtió en la principal moneda de reserva global, contando en ese entonces con un valor intercambiable directamente con el oro americano, a un precio de US$35.00/onza troy.

Asimismo, se establecieron las bases para la creación de diversas instituciones que también serían controladas por EUA. Estas fueron el Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional y el GATT (predecesor de la OMC). Con estas instituciones se pretendía ejercer una influencia directa sobre los gobiernos de los países del mundo, manipulando sus políticas monetarias, fiscales, aduaneras y comerciales.

De este punto de inicio, EUA logró posicionar su moneda como la base de la gran mayoría de las transacciones comerciales mundiales, incluyendo las transacciones de energía, entre las que se cuenta la compra/venta de petróleo, gas natural y combustibles fósiles. De la misma manera, logró colocar al dólar como la divisa predilecta para denominar las reservas de los bancos centrales de la mayoría de los países del mundo. Y, por último, se logró establecer como la moneda predilecta para homologar el mantenimiento de cuentas contables internacionales.

En la actualidad, de la función de reserva, el dólar está representando actualmente alrededor del 60% de las reservas de los bancos centrales del planeta. En cuanto al uso en transacciones comerciales, el dólar domina el comercio internacional, con un estimado del 80% de las transacciones globales denominadas en esta moneda. Esto le permite a los EUA a influir en el comercio internacional a través de sus políticas monetarias.

A pesar de la decisión de Arabia Saudita de no renovar el acuerdo que establecía el uso del dólar para todas las transacciones de compra/venta de petróleo con EUA, la divisa norteamericana continúa representando alrededor del 80% de todas las transacciones mundiales de dicho producto. Sin embargo, muchos de los esfuerzos de la nueva alianza que ha surgido para competir por la hegemonía mundial contra EUA, el bloque de los BRICS, van enfocados a reducir este porcentaje de uso del dólar.

Esta posición hegemónica convierte la divisa norteamericana en la cuasi moneda mundial, permitiéndole a los EUA emitir moneda en su país con poco temor a la inflación, simplemente por el hecho que saben que esa sobreproducción de moneda se va a diluir en el mundo entero.

Para entender mejor este fenómeno, debemos comprender lo que sucede en un país como Guatemala, en aquellos casos en los que el gobierno, a través de su banca central, decide emitir moneda “sin respaldo”. Entrecomillo este concepto de “sin respaldo” porque su uso común hacía referencia a la época entre 1944 y 1971 durante la cual el dólar norteamericano se podía emitir únicamente si existían las reservas de oro en la tesorería nacional que respaldara su emisión, a un precio de US$35/onza troy. Sin embargo, desde agosto de 1971, cuando el presidente Richard Nixon de EUA renunció al sistema de “patrón oro”, ya no hay ninguna relación directa entre el oro y la emisión de moneda. Entonces se comenzó a hablar de la moneda como un bien respaldado por “la economía de los países” y al decir que el dinero se emite sin respaldo es equivalente a decir que el dinero se emite sin un incremento proporcional de la productividad del país emisor.

Pero no hace falta más que ver la relación que existe entre la masa monetaria (M1), y el PIB de un país para darse cuenta de que esa relación de proporcionalidad directa escasamente existe. Entonces nos damos cuenta de que el dinero es un bien que sufre los efectos de la oferta y la demanda. Mientras la economía de un país no crece, no crece la demanda de dinero y, si se emite más moneda manteniendo la demanda estable, su valor baja. Este efecto es el que se refleja principalmente en la inflación y que, llevado a extremos como los alcanzados en Venezuela y Argentina en épocas recientes, el dinero pierde su valor y ocurren la hiperinflación y las devaluaciones masivas.

Sin embargo, en el caso particular de los EUA, el impacto de la emisión de moneda se ve diluido por el hecho que la moneda es apetecida en el mundo entero. A pesar de que hay una masa monetaria (M1) de $6.2 billones circulando en EUA, se estima que hay más de $22 billones circulando en el mundo entero. Es decir, si, por ejemplo, durante la pandemia de COVID19 el gobierno de EUA decidió imprimir $1.5 billones “sin respaldo”, en lugar de haber incrementado en 24% su masa monetaria y haber provocado posiblemente una devaluación significativa, dicho incremento se vio diluido entre la masa monetaria global, bajando el porcentaje a 6.8%.

Esto básicamente se reduce al hecho que, por las condiciones hegemónicas que posee EUA y por el posicionamiento de su moneda a nivel global, este es quizás el único país del mundo que puede imprimir billetes casi sin repercusiones para su economía. Puede también imprimir moneda para pagar sus deudas e imprimir moneda para cubrir sus gastos militares, casi sin ninguna consecuencia, mientras se mantenga dentro de ciertos parámetros globales a los que no puede acceder ninguna otra nación del mundo.

Esto, como se lo pueden imaginar, no es un secreto y es un fenómeno conocido por todos los antagonistas de los EUA. Y es por este conocimiento que muchos de los esfuerzos de esos mismos antagonistas competidores por esa hegemonía se concentran en quitarle ese puesto al dólar. ¿Cómo lo están haciendo? Estableciendo sistemas independientes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cosa que ya ha logrado con éxito China. Estableciendo mecanismos de pagos internacionales independientes al sistema SWIFT, cosa que ya han logrado Rusia, China y la alianza BRICS. Estableciendo convenios con países con un peso elevado en el comercio internacional global, como Arabia Saudita con su petróleo, cosa que aparentemente también están logrando China, Rusia y la alianza BRICS. Atacando la confiabilidad del dólar como moneda de reserva, cosa que curiosamente está provocando el mismo EUA al implementar sanciones a sus enemigos, bloqueando o incluso incautando reservas enormes de dólares en los bancos internacionales, de países como Irán, Afganistán, Irak, Venezuela, Rusia y otras naciones, mostrándoles a otros países que la seguridad de sus reservas está en manos de la determinación unilateral de políticos norteamericanos que pueden decidir sobre sus recursos sin poder recurrir a cortes internacionales para evitarlo.

La siguiente pregunta de rigor es entonces: ¿Y qué sucedería si de repente el dólar pierde esa hegemonía, si deja de ser la divisa global por excelencia? En primera instancia, el banco central norteamericano perdería la capacidad de imprimir moneda “sin respaldo” al ritmo que lo ha hecho. Teniendo una administración pública altamente deficitaria, el gobierno de EUA se quedaría sin la capacidad de autofinanciar su déficit y tendría que buscar los sistemas financieros internacionales, en donde cada vez pesa más China. Adicionalmente, la economía tendría que absorber esa masa monetaria mundial que casi cuadriplica el tamaño de su masa monetaria local, lo que provocaría una profunda devaluación. Estos dos hechos impactarían aún más en la confiabilidad en la moneda y en la solidez financiera del país, lo que encarecería su acceso a financiamientos. En fin, sería una situación muy complicada que seguramente debilitaría significativamente a ese país y a sus aliados más íntimos, que han dejado que sus economías dependan en gran medida del dólar, como la Unión Europea y el Reino Unido.

Está claro que este escenario no es probable ni en el corto ni en el mediano plazo, toda vez que los estrategas norteamericanos están buscando a toda costa que no suceda, pero es claro el motivo por el cual China y Rusia, así como sus aliados BRICS, se esfuerzan tanto en lograr debilitar el sistema que sostiene al dólar. Como ven, en el ámbito monetario NO TODO ES LO QUE PARECE.

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