Las recientes elecciones en Venezuela han vuelto a poner en el centro del debate la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro y el futuro de la democracia en Venezuela. Desde su ascenso al poder en 2013, Maduro ha enfrentado un panorama cada vez más difícil para su gobierno, tanto a nivel nacional como internacional. Las elecciones, que en teoría deberían ser democráticas, se han convertido en un reflejo de las profundas divisiones y la crisis que atraviesa Venezuela.
Estas recientes elecciones estuvieron marcadas por un ambiente de esperanza por parte del pueblo venezolano. Mientras el gobierno se enfrentó a un escenario donde movió cielo y tierra para hacer un fraude electoral. El Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el gobierno, ha sido señalado por su falta de independencia y por facilitar un entorno favorable al partido de gobierno. Este control de las instituciones ha permitido a Maduro mantenerse en el poder, a pesar de la grave crisis económica y social que atraviesa el país.
El contexto económico no puede ser ignorado al analizar estas elecciones. Venezuela, que en un pasado fue uno de los países más ricos de América Latina, hoy enfrenta una de las crisis humanitarias más severas del continente. La hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, y el sufrimiento de millones de venezolanos son testimonios del colapso de un modelo económico socialista que ha dejado a
la mayoría de la población en la pobreza. En este escenario, las elecciones no representan una salida clara para los problemas del país, sino más bien un intento del gobierno de Maduro por legitimar su control ante un mundo que cada vez le da más la espalda, incluyendo a sus aliados presidentes como por ejemplo: Lula, Boric, Arévalo entre otros presidentes de la región.
Este es un reflejo del aislamiento internacional de Venezuela. Organismos internacionales como la Unión Europea, han cuestionado la legitimidad del proceso electoral y han expresado su preocupación por la falta de garantías democráticas.
Sin embargo, Maduro sigue contando con una base de apoyo interna, su ejército de grupos clandestinos y sectores organizados para reprimir a los ciudadanos, especialmente en sectores más rurales o empobrecidos, aún ve en el chavismo una respuesta a las décadas de desigualdad y exclusión social que precedieron a la llegada de Hugo Chávez al poder.
En definitiva, las recientes elecciones en Venezuela representan una esperanza para el pueblo venezolano, quien al día de hoy continúa en la lucha por demostrar los verdaderos resultados, donde claramente fue una victoria arrasadora por parte de Edmundo González y María Corina Machado. La comunidad internacional debe continuar buscando vías para presionar por una solución pacífica y democrática y de esta manera llevar a cabo una transición segura.