La economía de Guatemala se sostiene sobre dos pilares cruciales: las remesas y la economía informal. Las remesas, principalmente enviadas por guatemaltecos residentes en el extranjero, alcanzaron cifras récord en 2023, superando los 20 mil millones de dólares. Estas remesas no solo son vitales para el sustento de muchas familias, sino que representan un significativo 18.99% del PIB del país. Por otro lado, la economía informal constituye cerca del 50% de la fuerza de trabajo del PIB guatemalteco, proporcionando empleo a una gran parte de la población que no encuentra oportunidades en el sector formal.
Marco Livio Díaz, Superintendente de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) señaló a las remesas y la economía informal como factores responsables de la disminución en la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA). Sin embargo, esta interpretación simplista pasa por alto la complejidad del problema y la influencia de factores más profundos y estructurales.
El flagelo de la corrupción ha sido omnipresente en Guatemala. El país ha soportado gobiernos corruptos, lo que ha socavado profundamente la confianza de los ciudadanos en las instituciones. Los casos de corrupción no solo drenan recursos económicos que podrían ser utilizados en servicios públicos, sino que también desmotivan a los ciudadanos a contribuir fiscalmente. ¿Por qué pagar impuestos si existe la percepción de que esos fondos serán malversados?
Este ambiente de desconfianza y cinismo crea un círculo vicioso: la corrupción reduce la recaudación fiscal, lo que limita la capacidad del gobierno para ofrecer servicios de calidad, y esto, a su vez, justifica la evasión fiscal. La experiencia ha demostrado que la transparencia y la rendición de cuentas son cruciales para mejorar la moral tributaria. Sin un combate efectivo contra la corrupción, cualquier esfuerzo por aumentar la recaudación será insuficiente.
Además de la corrupción, la mala gestión gubernamental ha sido un problema persistente. La administración actual ha sido criticada por su incapacidad para implementar políticas efectivas y reformas estructurales. La ineficiencia y la falta de visión en la gestión pública no solo desperdician recursos, sino que también refuerzan la percepción de que el gobierno es incapaz de administrar los fondos públicos adecuadamente.
La falta de capacidad para ejecutar proyectos, la burocracia ineficiente y la ausencia de planes de desarrollo a largo plazo agravan la situación. Los ciudadanos, al ver la incompetencia del gobierno, ya que no perciben un retorno en forma de servicios públicos de calidad o infraestructura adecuada.
Las remesas y la economía informal son esenciales para la supervivencia de una gran parte de la población guatemalteca. Las remesas, enviadas por guatemaltecos que trabajan arduamente en el extranjero, sostienen a millones de familias y representan una fuente vital de ingresos. La economía informal, aunque con sus propios desafíos, proporciona empleo y sustento a aquellos que no pueden acceder al sector formal.
Culpar a estos sectores por la baja recaudación del IVA es no solo injusto, sino miope. En lugar de señalar a las remesas y la economía informal como villanos, el enfoque debería estar en fortalecer las instituciones, mejorar la transparencia y eficiencia gubernamental, y combatir la corrupción.
El verdadero desafío para Guatemala no radica en las remesas ni en la economía informal, sino en la corrupción y la incapacidad gubernamental. Es crucial que el gobierno tome medidas firmes para mejorar la transparencia, combatir la corrupción y gestionar los recursos públicos de manera eficiente. Restaurar la confianza en las instituciones y demostrar un manejo responsable de los fondos públicos.
En este sentido, la reforma del sistema tributario debe ir acompañada de un compromiso genuino con la rendición de cuentas y la eficiencia administrativa.