El presidente Bernardo Arévalo participó en un acto oficial en el que el gobierno ofreció disculpas públicas y reconoció la memoria de Alaíde Foppa, activista comunista y madre de líderes guerrilleros del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). El evento, al que asistieron familiares como Juan Francisco Solórzano Foppa, activista vinculado al partido Movimiento Semilla y con antecedentes legales, ha generado fuertes críticas por su enfoque hacia figuras de izquierda del conflicto armado interno.
Alaíde Foppa nació el 3 de diciembre de 1914 en Barcelona, España, en el seno de una familia internacional. A los 19 años adquirió la ciudadanía guatemalteca y se involucró activamente en la Revolución de 1944, destacándose en labores de alfabetización y apoyo en hospitales.
Tras el derrocamiento de Jacobo Árbenz en 1954, Foppa y su esposo, Alfonso Solórzano, un abogado y fundador del Partido Guatemalteco del Trabajo de ideología comunista, se exiliaron en México. Su activismo político continuó, y la familia quedó profundamente marcada por el conflicto armado interno. Uno de sus hijos, Juan Pablo Solórzano, militó en el EGP y murió en un enfrentamiento en Nebaj, Quiché.
El 21 de diciembre de 1980, Alaíde Foppa fue secuestrada en Guatemala junto a su chofer. Mientras el gobierno de la época fue señalado como responsable, también circularon versiones de conflictos internos entre grupos radicales de izquierda. Su desaparición permanece sin esclarecer, pero su legado sigue siendo una figura polarizadora en la historia de Guatemala.
El acto oficial
El homenaje organizado por el gobierno de Arévalo forma parte de una serie de actos dirigidos a reivindicar figuras de izquierda relacionadas con el conflicto armado interno. Entre los asistentes destacó Juan Francisco Solórzano Foppa, activista de Movimiento Semilla y familiar directo de Alaíde, quien ha enfrentado problemas legales en repetidas ocasiones, la más reciente por admitir su culpabilidad en un caso relacionado con el periodista José Rubén Zamora.
El evento ha sido calificado por críticos como un acto político que busca exaltar a líderes de izquierda de manera parcial, omitiendo el contexto histórico complejo y las acciones de grupos guerrilleros durante el conflicto. Para algunos sectores, el homenaje refleja una narrativa que polariza aún más a la sociedad al centrarse en una visión que excluye las responsabilidades compartidas de la época.
Controversias y críticas
Sectores críticos argumentan que este tipo de reconocimientos omiten el daño causado por la guerrilla y glorifican ideologías que contribuyeron a la división del país. Además, señalan que el gobierno de Arévalo ha invertido recursos millonarios en iniciativas similares, como la celebración del aniversario de la Revolución de 1944, mientras ignora otros eventos históricos relevantes que marcaron a Guatemala.
