En cadena nacional, el presidente Bernardo Arévalo presentó un discurso cargado de promesas y supuestos logros en su primer año de gobierno. Sin embargo, su intervención dejó más dudas que certezas. Mientras aseguró haber transformado el país, la realidad muestra un panorama distinto: proyectos que parecen humo, una economía en riesgo y un evidente desgaste de su imagen política en apenas 11 meses de gestión.
Proyectos sin sustento ni evidencia
Arévalo mencionó con entusiasmo el remozamiento de más de 11,000 escuelas y prometió que para finales de 2025 se habrá intervenido la mitad de los centros educativos del país. No obstante, hasta la fecha no existe evidencia clara de dónde se encuentran estas obras ni cómo se ejecutaron. Mientras tanto, los estudiantes en diversas regiones de Guatemala siguen enfrentando clases en condiciones deplorables.
La situación de la infraestructura no se limita al sistema educativo. La red vial del país se encuentra en un estado crítico. Carreteras destruidas, caminos intransitables y un abandono evidente contrastan con los discursos presidenciales que hablan de “avance seguro hacia una Guatemala digna”. ¿Dónde están los resultados de las acciones prometidas?
Política económica irresponsable
Uno de los anuncios más controversiales fue el aumento del salario mínimo, una medida sin precedentes en Guatemala. Arévalo decretó un incremento del 10% para actividades agrícolas y no agrícolas, y del 6% para maquilas y exportaciones. Si bien esta medida parece positiva a primera vista, esconde graves riesgos para la estabilidad económica del país.
El aumento desproporcionado, realizado sin una consulta adecuada con el sector empresarial y sin evaluar las repercusiones a fondo, podría llevar a una contracción del empleo y al cierre de empresas incapaces de asumir los nuevos costos. En lugar de generar prosperidad, esta decisión podría agravar el desempleo y fomentar la informalidad laboral.
Un presidente en caída libre
En su discurso, Arévalo pareció más enfocado en ganar popularidad que en presentar soluciones reales. Su intención de complacer a la población con un aumento salarial, mientras el país enfrenta una deuda creciente y un presupuesto enfocado en gastos de funcionamiento, refleja la desconexión de su gobierno con las necesidades reales de los guatemaltecos.
La popularidad del mandatario, que comenzó su gestión con expectativas altas, ha caído en picada. Tras 11 meses en el poder, sus acciones han demostrado más inconsistencias que avances, dejando a muchos ciudadanos desilusionados.